Basándonos en la fundamentación y valores expuestos hasta ahora, podemos enmarcar algunas de las principales características de la jardinería ética. En concreto se presenatn 18. Se quiere aclarar aquí que se formulan como tendencias a considerar. La jardinería ética no es un “todo o nada”, implica un camino a recorrer. No es fácil ser coherente con todos sus principios y valores, pero es conveniente irlos teniendo en cuenta para dirigirnos poco a poco hacia el jardín ético. Algunas de estas características son:
Encuentro persona-medio ambiente. La jardinería ética trata de facilitar el encuentro de la persona con el medio ambiente, consciente de las ventajas que la naturaleza puede proporcionar a las personas, entre ellas favorecer su bienestar, descanso, recreo, alegría y felicidad.
Promoción del medio ambiente. Está orientada hacia la conservación y promoción del medio ambiente. Esto significa que se configura con espíritu de mantener la Vida existente y de permitir la regeneración de nueva vida siempre que sea posible. Por eso evitará la destrucción de los ecosistemas naturales autóctonos y procurará la ambientalización, mediante la promoción de jardines y zonas verdes en las áreas degradadas o urbanizadas.
Reducción de impacto ambiental. Tiende a no realizar o reducir el impacto ambiental negativo causado tanto en la creación de jardines como en su utilización, incluidas las labores de mantenimiento. Al contrario, tiende a potenciar los aspectos ambientales positivos que su creación y mantenimiento pueden ocasionar en el medio ambiente y en las personas.
Es creativa. La jardinería ética es creativa y está abierta a nuevas propuestas y técnicas de gestión, creación y mantenimiento que tengan en cuenta los criterios sociales y ambientales. No se cierra a nada, ni renuncia a nada. Replantea modelos y técnicas aceptados y no tiene prejuicios ni miedos al cambio.
Jardín como ecosistema. Considera al jardín, ya desde la fase de diseño, como un ecosistema maduro al que se llegará al cabo de los años. Por eso no tiene prisa en alcanzar sus objetivos estéticos, ambientales ni sociales. El diseño de jardines se realizará teniendo en cuenta la naturalización del jardín.
Especies autóctonas. Procurará trabajar con especies autóctonas consciente de que son las más adaptadas al suelo y clima del jardín y, por lo tanto, una vez establecidas, es probable que vivan mejor y más tiempo, necesitando menos cuidados y menos inputs que especies alóctonas. Empleando especies autóctonas estamos ayudando a conservar el patrimonio genético.
Aumento de biodiversidad. Intenta preservar las especies animales y vegetales que se encuentren en el lugar en el que se implantará el jardín, cualquiera que sea su grupo de pertenencia. Además promueve el aumento de la biodiversidad vegetal y animal, de manera que intentará realizar diseños que faciliten esa tarea. Debe huir de lo monoespecífico y tender a la utilización del máximo de especies vegetales. Debe aumentar el número de diferentes estratos, portes, nichos, que puedan albergar un mayor número de especies animales: aves, abejas, insectos, fauna del suelo y de las plantas, micromamíferos, etc., conscientes del equilibrio ecológico que puede alcanzarse en un jardín maduro teniendo en cuenta del papel que cada elemento desempeña en el ecosistema jardín.
Control natural de enfermedades. Relativiza las enfermedades de las plantas, intentando la prevención y regulación fitosanitaria natural de las enfermedades, el control de plagas, de los diversos agentes infecciosos y de las poblaciones fitófagas.
Gestión integral de agua. Se intentará realizar una gestión del agua de forma integral, considerando la reducción y optimización de su consumo.
Respeto al suelo. El respeto al suelo se considera fundamental. El suelo es el gran olvidado de los ecosistemas. Por eso la jardinería ética lo respeta y tiene mucho cuidado en no destruirlo ni contaminarlo, intentando conservar su fertilidad y la actividad biológica que en él se desarrolla.
Recursos naturales. Pretende reducir y optimizar la utilización de recursos y energía, consciente del coste ambiental que la producción y utilización de estos recursos puede causar. Presta especial atención a los recursos naturales, intentando su conservación y optimización en su uso.
Gestión responsable de residuos, vertidos y emisiones. La gestión de residuos, vertidos y emisiones debe realizarse con responsabilidad, teniendo en cuenta el respeto al medio ambiente. Por eso se procurará su minimización. En la medida de lo posible se tenderá a su reutilización y, como última medida, a su reciclaje.
Promoción del desarrollo local. Intentará promover el desarrollo local, endógeno, de forma que intentará buscar proveedores locales, intentando minimizar los transportes de los productos.
Fomento de la Responsabilidad Social Corporativa. Incorpora la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), de empresas, entidades locales y diversas entidades para poder llevarla a cabo. Incluye así en su gestión, si fuera posible, desde la concepción del proyecto, a colectivos desfavorecidos, discapacitados físicos, psíquicos o sociales.
Prevenir los riesgos laborales. Incorpora la prevención de riesgos laborales en el jardín.
Igualdad. Tiene presente la igualdad de las personas, la de género entre otras, tanto en su diseño como en las labores de mantenimiento a realizar.
Socialización. Proporciona un valor añadido a los jardines para que sirvan como escenario de dinamización sociocultural de la comunidad, como espacio de socialización.
Educación ambiental. Promueve la educación ambiental de la población. La educación se considera un factor fundamental para favorecer la comprensión de las personas de la importancia que el medio ambiente tiene en nuestras vidas. A través de la jardinería, del conocimiento de los jardines, podemos ayudar a que las personas interaccionen con el medio ambiente y se conciencien así de la necesidad de su conservación.
“Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”
(Martin Luther King)